En un bosque tenebroso vivía un granjero llamado Juan, él era trabajador, generoso y quería mucho a sus animales.
Un día de tormenta llegó un forastero a su granja, le acogió generosamente y por su hospitalidad, éste le dio una bola de cristal que concedía ver el futuro tres veces pero con consecuencias desastrosas.
Cuando el forastero se fue, Juan, sin llegar a creérselo y riéndose, le pidió a la bola de cristal ser rico, la bola brilló y le mostró a Juan el futuro: no iba a ser rico.
Juan impresionado fue a dar de comer a los animales pero cuando entró en el establo vio a sus animales muertos que servían ya de comida a los lobos.
Juan asustado fue y le preguntó a la bola si iba a recuperar a sus animales, la bola se iluminó y le mostró a Juan que no iba recuperarlos. Juan triste por la pérdida fue a su almacén por leche para cenar pero cuando llegó, vio que se estaba quemando, un furioso incendio devoraba todo el almacén, rápidamente fue al pozo, llamó a los vecinos. Todo era inútil ya era demasiado tarde el almacén había quedado arrasado.
Juan desesperado fue y le pidió a la bola recuperar el almacén y toda la cosecha que había dentro; la bola le mostró que no lo iba a recuperar.
Más tarde, Juan cabreado y desesperado fue a cortar leña para encender la chimenea, al coger el hacha se le resbaló y accidentalmente le abrió la cabeza. Juan moría desangrado una hora después.
(Autores: Javier Fernández Muelas y Pablo Jesús Hita. 2º A)
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