Buscar este blog

lunes, 27 de mayo de 2013

EL CUENTO DE LA BOLA MÁGICA

En un bosque tenebroso vivía un granjero llamado Juan, él era trabajador, generoso y quería mucho a sus animales.
Un día de tormenta llegó un forastero a su granja, le acogió generosamente y por su hospitalidad, éste le dio una bola de cristal que concedía ver el futuro tres veces pero con consecuencias desastrosas.
Cuando el forastero se fue, Juan, sin llegar a creérselo y riéndose, le pidió a la bola de cristal ser rico, la bola brilló y le mostró a Juan el futuro: no iba a ser rico. 
Juan impresionado fue a dar de comer a los animales pero cuando entró en el establo vio a sus animales muertos que servían ya de comida a  los lobos.
Juan asustado fue y le preguntó a la bola si iba a recuperar a sus animales, la bola se iluminó y le mostró a Juan que no iba recuperarlos. Juan triste por la pérdida fue a su almacén por leche para cenar pero cuando llegó, vio que se estaba quemando, un furioso incendio devoraba todo el almacén, rápidamente fue al pozo, llamó a los vecinos. Todo era inútil ya era demasiado tarde el almacén había quedado arrasado.
Juan desesperado fue y le pidió a la bola recuperar el almacén y toda la cosecha que había dentro; la bola le mostró que no lo iba a recuperar.
Más tarde, Juan cabreado y desesperado fue a cortar leña para encender la chimenea, al coger el hacha se le resbaló y accidentalmente le abrió la cabeza. Juan moría desangrado una hora después.

(Autores: Javier Fernández Muelas y Pablo Jesús Hita. 2º A)

domingo, 26 de mayo de 2013

LA PATA DE CONEJO

LA PATA DE CONEJO

            En Wulkigun, un pueblo normal y corriente de un condado de Ilinois se encuentra un amuleto muy singular, pero los ciudadanos de Wulkingun aún no lo saben. Wulkigun es un pueblo muy tranquilo, pero en un día típico de limpieza, Harry encontró un baúl, no muy grande pero tampoco demasiado pequeño, no pudo resistirse a abrirlo y ver lo que tenía; al abrirlo observó una pata de conejo disecada, sin que nadie lo viese la cogió y la guardó en el bolsillo de la chaqueta.
            A partir de tener en su poder esa extraña pata no le dejaron de pasar cosas buenas como, por ejemplo, que le tocó la lotería y consiguió ganar el campeonato de fútbol con su equipo…Pero sin darse cuenta, un día en el colegio, a la hora del patio, se la robaron. Después, en el incendio del edificio en el que vivía Harry, éste murió.
            Mientras Calum, que fue quien le robó la pata de conejo, estaba teniendo la misma buena suerte que había tenido Harry, hasta que se la robaron y también muere. Porque, por muy bien que la guardes, siempre te la acabarán robando y acabarás muerto.
            Por eso siempre que veas una pata disecada, al principio te dará buena suerte, pero al final no vale la pena tenerla.
            La pata seguirá y seguirá dando buena suerte, y trayendo la muerte hasta que alguien como tú la pare, si la ves quémala, pero sin tocarla, porque, con tan sólo rozarla, tu suerte cambiará. Consejo de Harry.

AUTORAS (2ºA Lucía Pastor y Paula Muiños)



CUENTOS DE TERROR


Un día de perros

Hay algunos días en los que a uno, no le gustaría levantarse de la cama. ¿Nunca lo habéis pensado?
Hace aproximadamente un mes, tuve un día de perros, ya que nada más levantarme de la cama, al prepararme el desayuno, se me derramó la leche en el microondas y en el suelo. Me invadió un estado de nervios terrible, pues el día anterior mi familia y yo habíamos estado haciendo la limpieza de la cocina. ¡Había quedado impecable! Ahora a mí me tocaba limpiar las manchas dejadas por la leche y, si no era poco con eso; a continuación, al ir a mi habitación, en la mitad del pasillo, tropecé sin querer, entonces del mueble se me cayó, haciéndose añicos, un precioso jarrón de porcelana china, que para nosotros tenía un valor muy especial porque nos lo había traído mi bisabuela, con esmero de la misma China.
Después, cuando parecía transcurrir la tarde con normalidad y todo se había calmado, tuvo que volver a ocurrir: mi pijama favorito, se me enganchó con el manillar de la puerta y se me rompió la manga.
¡Eso fue la gota que colmó el vaso!
Estaba tan furiosa y tan enfadada, conmigo misma y con el universo, que me hubiera puesto a patalear o a dar patadas en el aire. Finalmente tuve que tranquilizarme y ponerme otro pijama, eso sí tan desanimada estaba que ni cené.
¡Y no os lo perdáis!  que mientras estoy aquí redactando este ejercicio para lengua, a mi madre se le acaba de caer la bandeja de los macarrones y está.............. Mejor, os dejo que lo penséis vosotros.

(AUTORES. MªJosé Del Barrio y Diego Lajo    2ºB)

LAS ÚLTIMAS VESTIDURAS


LAS ÚLTIMAS VESTIDURAS

Tranquilidad era lo que se respiraba aquella mañana en la villa. Los niños que iban a comprar el pan paseaban por las limpias calles. Todo era como debía ser; pero, siempre, de cualquier modo, allí estaría la casa del viejo.
El viejo vivía en una casucha de vigas podridas, con goteras y sin luz, apartado del resto de la gente.

Pero lo que la gente ignoraba era lo que había sucedido la noche anterior…

El diablo había visitado al anciano, que como siempre estaba sin dormir y con un aspecto lamentable. Como ambos compartían el mismo rencor hacia el mundo, el diablo le regaló al otro unas ropas invisibles y se fue. Al principio el anciano no comprendía nada; al cabo de unos minutos, se dio cuenta: sus deseos de venganza serían satisfechos. Esa noche por fin concilió el sueño.

Al despertarse, el anciano se quitó su roñoso pijama y se vistió con sus nuevas ropas mágicas. Salió de su casa vigoroso y empezó la labor: casas quemadas, calles destrozadas, tiendas robadas.
Nadie se percataba de su existencia, nadie decía nada, sólo se limitaban a reparar los destrozos causados con gestos de admiración.
Pasaron los días y el viejo no tenía más rencor, ni rabia acumulada. Había descubierto que el pueblo no sólo no le reprendía, sino que incluso sentía pena por él.
Por más que lo intentaba la ropa no se despegaba de su gastado cuerpo, por más que quisiera no podría rehacer lo poco que le quedaba de su vida anterior. Seguían sin notar su presencia mientras él corría despavorido y alarmado por las calles.

Cabizbajo y sin esperanza se dirigió a casa y tomó su soga. Allí, en la única habitación que había, el anciano se suicidó. Hubo testigos.




(Autor: Luis Ignacio Nogales 2º A)


miércoles, 22 de mayo de 2013

UN REGALO UN POCO ESPECIAL

UN REGALO UN POCO ESPECIAL

Llamaron a la puerta, la familia no esperaba ninguna visita, era el cartero
que venía a traer un paquete. Era un regalo para Dory, él les comunicó que
no tenía emisor.
Al abrirlo, descubrió un antiquísimo reloj.
Llegó la noche y decidió colocarlo en su habitación, pero aquello no funcionaba,
Dory lo probó con todo tipo de pilas pero no hubo forma.
Decidió irse a dormir, de madrugada se despertó ya que había oído un ruido.
Al levantarse




Decidió irse a dormir, de madrugada se despertó ya que había oído un ruido. 
Al levantarse, la pareció ver una sombra que provenía del reloj. Lo apuntó 
con una linterna y una voz le habló, la dijo: “Te concedo tres deseos” la niña 
asustada pero emocionada le pidió su primer deseo:
“Deseo que mi tío regrese de la montaña”. Su tío llevaba en los Alpes seis meses investigando. A la mañana siguiente llamaron al teléfono, lo cogió la  niña y la comunicaron que su tío había fallecido y que le traerían a la comarca para enterrarlo.
La familia se sentía muy triste.
Al llegar la tarde se acordó de su regalo, y pensó que eso podría cambiarlo todo así que regresó a su habitación y pidió el segundo deseo:
“Deseo que mi tío regrese a la vida”. Por la noche un fuerte viento, debido a una brusca bajada de temperaturas, que azotó a todo el condado y por la que murieron animales y personas, despertó a Dory. Bajó al jardín y vio al mastín que escarbando en la nieve había descubierto un rostro humano bajo el hielo: Era el rostro del tío. La niña se entristeció muchísimo y empezó a llorar.
Rápidamente decidió pedir el tercer y último deseo: “Deseo que el rostro de mi tío desaparezca del jardín”.
A la mañana siguiente, ya no estaba bajo el hielo, el rostro del tío pero tampoco estaba el perro. 
Al mediodía, encontraron muerto al mastín detrás de la casa, entre unas zarzas.
La niña reflexionó y llegó a la conclusión de que el regalo era el causante de todas  las barbaridades sufridas. Todo había empezado con la llegada del reloj, por lo que decidió venderlo a una tienda de antigüedades de una ciudad lejana.
Por la tarde acudió un camión y se lo llevó. 
Al fin la niña se había deshecho de aquel misterioso y perverso objeto, el cual había causado la muerte de su querido tío.


(María del Barrio y Diego Lajo. 2º B)
ecial




LAS BALAS CASTIGAN

LAS BALAS CASTIGAN
¡Pum, Pum! Sonaron los disparos en el oscuro eco del bosque. Los valientes cazadores buscan un objetivo que pueda adornar su salón. Al liderazgo del club de caza se encontraba Mike Creing, y, a su lado le acompañaba su hijo Jim; que intentaba aprender a cazar, para parecerse a su padre. La presa más deseada era el oso de aquel bosque. Ese oso estaba condenado a vivir solo, ya que a los demás osos les mataron los cazadores de la zona. Mike dio la orden de que se esparcieran a los lados y que dispararan a todo lo que se mueva. A Jim le tocó el flanco derecho, pero al ser nuevo, se perdió. Intentó buscar a alguien de sus compañeros, pero, al estar la primera hora solo; decidió llamar a su padre por teléfono. Por desgracia, no había cobertura.
Después de otra sofocante hora, vio un movimiento en una zarza y, recordando las frases de su padre sobre lo que se moviera, disparó sin demora, ¡pum, pum! El chico oyó un grito, y fue a ver su primera presa. Se horrorizó al ver que su primera presa era su padre. Rápidamente, fue a su casa a comentarle a su madre lo que había pasado.
Su madre notó que se sentía muy avergonzado de lo que había hecho, así que creyó que lo mejor era llamara a la policía. En ese momento, un extraño con una sudadera azul con la capucha puesta apareció.
Él se dirigió al chico, no quiso esperar más, y le dijo al chico que él lo vio todo, y que no le caerían cargos si le da el cuerpo difunto a él.
Jim no tuvo tiempo de pensar las consecuencias, así que fueron la madre, el desconocido y Jim a la zona donde el padre murió por un balazo. Cuando llegaron al lugar, el cuerpo del padre ya no estaba, pero el desconocido encapuchado, del que no se sabía su identidad, se echó a reír. Jim, horrorizado de la mezcla de la risa malévola del personaje y de la desaparición del cuerpo de su padre; creyó que era una broma pesada que le habían gastado los del club de caza, pero, al segundo oyó 2 disparos. En uno de ellos vio las 2 últimas imágenes de su vida: la primera, que fue el cuerpo de su madre caer al suelo desplomado, y la segunda, fue el suelo. Y esto demuestra, que, quien me mete un balazo por error, sea quien sea, lo pagará el resto de su antigua vida, y de la siguiente.
(Autor: Daniel Herrán Lara 2ºA)


lunes, 20 de mayo de 2013

CUENTOS DE TERROR


No siempre lo más tierno puede ser bueno

(Autores Alejandro  e Irene ). 2º A


-¡Vamos hija! ¡Es la hora de cenar!-Dijo la madre.
-¡Ya voy mamá!-Contestó la niña, alegre.
Era una noche de tormenta. En las oscura entrañas de un bosque de Suiza, se encontraba una enorme y fría casa de madera, en la que había una pequeña familia compuesta por un padre llamado Ken, la madre, llamada María y la hija de 7 años llamada Kira, la cual celebraba su cumpleaños esa misma noche. La familia se encontraba en el salón, cenando.
-¿Cuándo me dais los regalos? ¡Los quiero ya!-Dijo la niña, desesperada.
-En cuanto comamos la tarta, no te impacientes-Contestó María, tranquilizadora.
El padre entonces volvía de la cocina. Llevaba consigo una gran tarta de chocolate recubierta de nata y fresas a su alrededor. Con solo verla, se le hacía la boca agua a la niña. El padre la puso en la mesa, sacó unas velas de su bolsillo y las incrustó en el centro de la tarta, contando un total de siete velas. Sacó del mismo bolsillo un mechero y encendió las velas.
 El padre se sentó, y con la madre, empezaron el coro.
-¡Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz, te deseamos Kira, cumpleaños feliz!-Dijeron los padres al unísono.
La niña se volvió roja como un tomate. Se moría de vergüenza. Siempre le pasaba lo mismo cada vez que la cantaban el cumpleaños.
Los padres, entonces, partieron la tarta y sirvieron un trozo a cada uno. La niña, al acabarse su trozo, miró a su padre.
-¿Puedo comer otro trozo?-Dijo la niña.
-Claro, es tu tarta.-Dijo Ken.
Entonces, en pocos minutos, entre los tres, se comieron la tarta. La niña volvió a mirar a sus padres, esperando a que dijeran algo, pero al no decirlo, insistió la niña.
-¿Me dais ya los regalos?-Preguntó la niña, una vez más.
-Sí, ya te los damos, impaciente.-Dijo el padre.
Entonces el padre se fue rápidamente hacia la cocina, se oyeron unos ruidos, y a los pocos segundos, volvió con 2 regalos. El padre se sentó en la mesa y los puso sobre ésta.
-¡Bien!-Exclamó la niña.
La niña cogió el primer regalo y rompió sus envolturas con rapidez. Se encontró con una camisa de color rosa y morado y con el bonito dibujo de un caballo, justo como ella lo quería.
-¡Gracias!-Dijo Kira, eufórica.
Kira, entonces, cogió el segundo regalo y lo desenvolvió. Dentro había un cuaderno y un gran kit de pintura, con 39 lápices de colores, cada uno diferentes.
-¡Gracias, me encantan!-Gritó Kira, más eufórica todavía.
-Pero eso no es todo-Dijo Ken.
Entonces el padre se fue a la cocina, abrió un armario enorme y de él sacó una pequeña bicicleta de color rosa.
-No me digas... ¿En serio? ¡Muchísimas gracias!
Entonces la niña corrió hacia su padre y le dio un abrazo fuerte. El padre se lo devolvió. A los pocos segundos se soltaron.
-Te prometo que mañana salimos a dar una vuelta,
-¿vale?-Dijo el padre.
-¡Vale!-Dijo Kira.
Entonces se oyó un fuerte golpe en la puerta. Todos miraron hacia ésta. El silencio se hizo de repente. Volvieron a dar otros portazos. La niña fue corriendo hacia ella, evitando que el padre la agarrara del brazo para protegerla. Kira miró por la mirilla. Despejado, no había nadie. Abrió la puerta y vio lo único que no pudo contemplar la mirilla, un oso de peluche, de color amarillo, con unos ojos blancos y con pupilas negras, y como nuevo, salvo que un poco mojado por la lluvia. La niña lo cogió rápidamente del suelo y cerró la puerta. Entró a casa con sus padres y entonces los observó.
-Estaba en la puerta. No había nadie.
La madre cogió el muñeco y entonces lo observó de arriba a abajo. No había nada raro. Entonces la niña observó una pequeña nota, una nota que casi no se ve a simple vista. No le dijo nada a sus padres, quería leer la nota en secreto.
-¿Puedo quedármelo?-Preguntó la niña.
-Digo yo. Estaba en la puerta. Seguro que alguien sabía que hoy era tu cumpleaños y quiso regalarte ese peluche. Claro, puedes quedártelo.-Dijo Ken.
Entonces la madre le entregó el peluche a su hija y entonces ésta lo cogió.
-Gracias.
-¿Cómo lo vas a llamar?-Dijo el padre.
-Oso-Dijo Kira, culminante.-Me voy a mi cuarto, que tengo sueño-Mintió Kira-Adiós.
-Adiós-Dijo la María.
-Buenas noches-Dijo Ken.
Entonces la niña subió corriendo las escaleras hacia el segundo piso, donde se encontraba su habitación. Al llegar a la puerta la abrió con rapidez y entró en la habitación. Entonces cerró en la puerta. Era una habitación normal. Tenía las paredes pintadas de rosa, y muchas muñecas y juguetes de niña. La típica habitación de chica, aunque no le extrañaba a Kira, ya que sus padres eran muy pintorescos. Se sentó sobre su cama de color rosa y observó el peluche. Rápidamente le dio la vuelta y cogió la nota que llevaba pegada a la espalda. En ésta ponía ''3 deseos usted puede pedir, pero cuidado con el tercero, pues las consecuencias ha de sufrir''. La niña no entendió muy bien el mensaje, aunque sólo se quedo con una parte de éste: podía conceder deseos. Aunque no lo ponía en las instrucciones, ella suponía que sería alzando el oso y pidiendo el deseo. Entonces, cogió el oso con la mano derecha y lo alzó al aire.
-Deseo...¡Deseo un perro de color blanco!-Pidió Kira, cerrando los ojos.
Entonces un rayo cayó cerca de la casa. Con suerte, no se quemó nada ni pasó nada. Abrió los ojos entonces y vio un perro detrás del oso. Entonces dejó el oso a un lado y vio al perro, que estaba moviendo el rabo, feliz. El perro se lanzó sobre la niña y la lamió la cara. Kira acarició al perro y entonces lo abrazó. El deseo se había cumplido, no era ninguna broma. Rápidamente se levantó y fue corriendo hacia sus padres, pero antes de abrir la puerta, pensó que ella quería los deseos sólo para ella. Fue rápidamente a su cama y se durmió con el perro a un lado y con el oso al otro. De repente, por la noche, al perro le salió unas rayas rojas en sus ojos. Se despertó la niña. No se fijó para nada en los ojos del oso. Vio al perro encima de su cama, y entonces lo volvió a acariciar por la parte de la cabeza. Pensó que no podía tener al perro sin comida ni nada, así que bajo con el peluche y su perro a la cocina. Se encontró a sus padres en ésta, y estos la miraron, asustados.
-Kira, ¿y ese perro?-Dijo la madre.
-¿De dónde lo has sacado?-Dijo el padre.
-Pues es que me desperté en mi habitación y el perro ya estaba ahí, encima de la cama. No sé como habrá llegado.
-Madre mía, con los regalos de desconocidos-dijo María.
-Sí. ¿Por dónde entró?-dijo Ken.
-Creo que...-Kira se lo pensó, ya que si decía por la ventana no se creerían que un perro salte tanto, además de que la ventana se cierra por dentro-por la puerta. A lo mejor se coló cuando fui a por el peluche y no le vi.
-Puede ser-dijo María.
-¿Puedo quedármelo?
-No sé. ¿Te responsabilizas de él?-dijo Ken.
-Sí
-Entonces sí, puedes quedártelo.
-Gracias, menudo cumpleaños.
Entonces Kira fue rápidamente al salón y comenzó a desayunar su huevo frito con tostada y zumo. Cuando terminó, se fue rápidamente hacia la cocina, cogió un cuenco pequeño y una botella de agua, y sirvió ésta en el cuenco. Entonces se la sirvió al perro. Luego cogió rápidamente un plato y le puso un filete. Le dejó el plato al perro al lado de su cuenco. Kira corrió rápidamente hacia su habitación y volvió a cerrar la puerta. Fue hacia su cama, de nuevo.
-Con que tres deseos...Probemos de nuevo-dijo Kira-. ¡Deseo la ropa más cara, más bonita y más bella del mundo!
Entonces se produjo otro rayo. Aparecieron unos pantalones, una falda y una camisa con una combinación de colores naranja, rojo y amarillo increíble. Era, sin duda, la ropa más bella del mundo, por lo menos para una niña de 7 años. Le salió otra raya roja en los ojos del oso, pero no se fijó para nada. Ahora sólo quedaba un deseo, pero dijo que traería consecuencias. Kira se creía suficientemente mayor para superar las consecuencias, así que miró qué último deseo podía pedir. Siempre había querido una muñeca Pritz, que todas las niñas llevaban, pero que sus padres no querían comprarla. Alzó el muñeco entonces.
-¡Deseo la última muñeca Pritz que salió hace poco y que todas mis amigas tienen!-dijo Kira.
Entonces cayó un último rayo. Los ojos del oso se volvieron completamente rojos. Entonces la niña, bajo la cama, pudo apreciar la muñeca Pritz. La cogió entonces y la observó. Vio su pelo amarillo, aunque lo único que le llamó la atención fue su vestido. Color rojo sangre. Aunque le llamaba bastante la atención, lo ignoró. La niña observó su reloj y vio que eran las 8:30. Entonces se vistió con su ropa nueva, cogió su mochila y se fue al colegio...
A la vuelta...
La niña entonces abrió la puerta.
-Ya estoy mamá.
No encontró a nadie. Ni una voz, ni un murmullo, ni nada.
-¿Mamá? ¿Papá?
Se fue a la cocina, y no había nadie. Miró en el salón, pero no dio resultado. Tuvo el mismo éxito en el baño, en el desván y en la bodega. Entonces miró rápidamente las escaleras. Había una mancha de sangre en la pared de ésta. Subió las escaleras con miedo y se fue moviendo por la oscuridad del pasillo. Abrió su habitación, pero no había nadie. Fue rápidamente al cuarto de sus padres. La niña entonces puso una cara de horror. Vio a su madre, tirada en la cama, pero degollada. Le faltaba la cabeza. La niña la descubrió a unos centímetros de ella y entonces saltó hacia atrás. Salió corriendo de su habitación y fue hacia el salón, para salir por la puerta. La niña, mientras lloraba, escuchó un grito de dolor de su padre.
-¡Papá!-gritó Kira.
Entonces rápidamente bajó las escaleras y fue en dirección al garaje. Vio a su padre, muerto, al lado de su coche con la puerta abierta. Al parecer, había intentado escapar, pero no pudo. Tenía un bulto sobre su abdomen  Entonces el bulto comenzó a levantarse y entonces se giró hacia la niña. La miró fijamente con los ojos rojos color sangre. Kira lo reconoció enseguida. Tenía las manos rojas, de la sangre del abdomen de su padre.
-O... ¿O.....so?-dijo Kira, con miedo.
Entonces la bestia con forma de peluche fue corriendo hacia ella y se abalanzó sobre ésta. Lo único que se oyó en toda la casa fue el grito de Kira antes de caer muerta y sin cabeza al lado del cuerpo partido a la mitad de su pobre perro. El oso, de repente, perdió el rojo de sus ojos y se desplomó sobre el suelo, como un peluche normal. Entonces el aire se tornó ondulado y apareció una presencia maligna. Iba encapuchada. Se agachó, cogió al peluche del suelo, e hizo una sonrisa fría en su oscuro rostro. Chasqueó los dedos pues, y desapareció.

10 años después...
Se abrió la puerta de una casa entonces.
-¡Mamá mamá, hay un oso de peluche en la puerta!-dijo una pequeña niña rubia.

Fin...

¿Qué tipo de novela prefieres?

LEEMOS CUENTOS DE JOSÉ JIMÉNEZ LOZANO

  • "El forastero"
  • "El pañuelo"
  • "La chaquetilla blanca"
  • "La Zótica"
  • "La subversión"
  • "El traje nuevo"
  • "Historia de un perro"
  • "El arreglo de boda"

!EL DICCIONARIO!